EL Rincón de Yanka: agosto 2017

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jueves, 31 de agosto de 2017

ESPAÑA ES EUROPEÍSTA E HISPANÓFOBA: ENDOFOBIA



Pío Moa, autor de ‘Europa, 

introducción a su historia’: 

España es europeísta e hispanófoba
El historiador vuelve a dar la batalla con "Europa, introducción a su historia", en el que sostiene que se puede hablar de civilización europea porque hay un elemento vertebrador: la cultura cristiana, ya sea en su variante católica, ortodoxa o protestante.
Hoy el proyecto europeo, y no sólo el de la Unión Europea, está más cuestionado que nunca. Por no decir que navega a la deriva. En gran parte, sostiene el historiador Pío Moa, por renegar y atacar las raíces cristianas del continente.

A juicio del historiador gallego el mayor desafío al que se enfrenta el viejo continente ni siquiera es la invasión islámica, sino la propia burocracia de Bruselas, cuya renuncia a los valores explica su vocación a destruir la cultura y civilización europeas.
Moa vuelve a dar la batalla con “Europa, introducción a su historia” (La esfera de los libros), en el que sitúa la etapa de la Ilustración como la de mayor hostilidad hacia la idea religiosa. Lo peor, recoge, son las ideologías que nacieron de ahí. Todas negaron a Dios. “Estas ideologías son muy opuestas entre sí y rechazan la fe que se deposita en la razón como capaz de establecer unas conclusiones generales, universales e inequívocas sobre el ser humano y el mundo”.

Pese a todo (las diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas de Europa) el autor cree que se puede hablar de civilización europea porque hay un elemento vertebrador: la cultura cristiana, ya sea en su variante católica, ortodoxa o protestante.

Dedica el libro “a los políticos y periodistas”. ¿Tan mal ve a ambos gremios?
Hace poco Juan Luis Cebrián dijo que la clase política y los medios de comunicación están bastante degradados, y él sabe bastante de eso porque ha sido uno de los que más han contribuido a ello. Hay una falta de cultura, de conocimiento histórico y de análisis político terrorífico tanto en los medios como en la política. Yo intento con esta introducción a la historia de Europa que estos personajes sepan un poco de lo que hablan porque son muy europeístas y eurobeatos y tienen una completa falta de sentido crítico, y, sin embargo o por ello mismo, saben muy poco de lo que ha sido y significa Europa. 

¿Existe la civilización europea como tal? En ese caso, ¿qué es lo que vertebra Europa? Hablamos de un continente muy heterogéneo en cuanto a lengua, arte, cultura, economía…
Europa ha sido un laberinto de lenguas y culturas que han estado muy a la greña unas con otras. Sin embargo, hay una base que nos permite hablar de civilización europea y es la cultura cristiana en sus tres variantes: católica, protestante y ortodoxa. Y a pesar de las diferencias entre ellas es un elemento cultural civilizatorio porque es el que salvó la civilización cuando cayó el Imperio Romano de Occidente.

“Desde el Concilio Vaticano II da la impresión de que la Iglesia más que orientar a la sociedad se está orientando por ella, es decir, por los subproductos de la Ilustración, o sea, por las ideologías”
También ha habido ataques al cristianismo dentro de Europa.

Es que también caracteriza a la civilización europea la revuelta contra la fe cristiana que se produce a partir de la Ilustración. Pero el cristianismo tiene una particularidad respecto a otras religiones: separa al César de Dios, separa el poder espiritual del poder político y esto crea una dinámica histórica muy fuerte de tensión entre ambos poderes y al mismo tiempo una tensión entre la fe y la razón. El cristianismo hereda el racionalismo, la filosofía de Grecia y el Derecho Romano, etc. Esta tensión interna es muy creativa en general, aunque a veces generó violencia como en la Edad Media. Más tarde, en la Ilustración, se produce una revuelta de la razón contra la fe.

¿En qué se basó esta revuelta?
Es una crítica que supone que la religión cristiana -y la religión en general- es un producto de la ignorancia y la impotencia del ser humano. En la Ilustración se produce una especie de religión sustitutoria o sucedánea en la cual se supone que la razón se vuelve omnipotente, es decir, permite superar la ignorancia que ha dado lugar a las religiones tradicionales y que la técnica y la ciencia permiten superar la impotencia del ser humano ante el mundo.


¿Qué ha supuesto el negar a Dios

Fundamentalmente ha dado lugar a ideologías que tienen concepciones del mundo, la vida y el ser humano que se basan en la razón y excluyen la fe. La conclusión han sido unas ideologías muy opuestas entre sí que rechazan la fe que se deposita en la razón como capaz de establecer unas conclusiones generales, universales e inequívocas sobre el ser humano y el mundo.



Si tomamos la Ilustración como el momento en el que Europa comenzó a renegar de sus raíces, ¿por qué tiene tan buena prensa?
Es una cosa curiosa porque los resultados de la Ilustración han sido muy contradictorios. La verdad es que la fe tradicional cristiana no excluye a la razón ni mucho menos, pero establece una tensión entre dos elementos que por un lado son complementarios y, por otro, opuestos. Esto es lo que en gran medida produce el pensamiento europeo.

¿Qué papel ha jugado la Iglesia frente a estas ideologías?
Desde el Concilio Vaticano II da la impresión de que la Iglesia más que orientar a la sociedad se está orientando por ella, es decir, por los subproductos de la Ilustración, o sea, por las ideologías. Es mi impresión.

“La Unión Europea va contra todo lo que ha sido Europa y trata de establecer una cierta homogeneidad, incluso lingüística, con el inglés como idioma superior”

¿Y qué papel tiene la religión en el devenir humano? Usted hace tiempo que rechazó la idea marxista de que la economía da sentido a la historia. ¿Por qué la mayoría de autores no tiene en cuenta la religión como motor de cambio?
Porque la economía es un elemento más fácilmente contrastable que la religión. Usted puede ver cómo casi todas las interpretaciones de la vida y el sentido de la vida se basan en la economía, que se puede medir. La técnica se puede desarrollar o comprobar, pero con la religión es más difícil. La religión opera de dos maneras: mediante la moral, que cuando se separa del hecho religioso se convierte en simples convenciones que pueden cambiar de manera arbitraria según las circunstancias. En ese caso el ser humano se ve perdido en un vendaval. Y por otro lado ejerce una influencia difícil de concretar e imposible de medir a través de la sugestión. La religión es el elemento sugestivo y creativo de las culturas.

¿A qué se refiere?
Lo explico: desde un punto de vista racional y científico un libro no es más que un volumen que se puede medir, pesar y ver las letras que tiene, pero ese libro representa el espíritu de alguien que lo ha creado y ese espíritu no aparece en el libro, no aparece en una máquina… y sin embargo está ahí. Pues con la religión pasa algo parecido: tiene una fuerza sugestiva extraordinaria que se manifiesta tanto en la economía como en el arte o la ciencia. Por eso enfoco la historia de Europa desde el punto de vista de cómo el cristianismo ha salvado la civilización tras las épocas de las invasiones y cómo finalmente ha suscitado por sus tensiones internas entre razón y fe esta tendencia de romper con la fe e imponer la razón que, sin embargo, ha dado lugar a tremendas atrocidades.Sede del parlamento europeo / Wikimedia

¿Y la Europa de hoy? ¿Es la UE fiel a la idea de civilización europea?
No, es lo contrario. La UE, que no debió haber pasado nunca del mercado común que era beneficioso en principio para todos, va contra todo lo que ha sido Europa. Es una exacerbación de algunos de los ideales de la Ilustración que rompe con la historia, las naciones, las culturas y la diversidad cultural que ha creado a Europa. En su lugar trata de establecer una cierta homogeneidad incluso lingüística con el inglés como idioma superior, que es extremadamente perjudicial y conduce a un nuevo totalitarismo.

¿Qué le debe España a Europa? ¿Y al revés?
España siempre ha estado en Europa y ha dado más a ésta de lo que ha recibido de ella. En la alta Edad Media se fueron formando dos Europas: la de las naciones, que son las del arco atlántico; y la de los imperios, en el centro y el este. España, dentro de la Europa occidental, ha sido una de las grandes salvadoras de la cultura y la civilización europea. Desgraciadamente a partir del siglo XVII pierde su originalidad y su fuerza creativa. El siglo XVIII es un siglo más bien francés y el XIX inglés, y es desastroso para España. Ahora no sabemos lo que España podría aportar a una época de decadencia que vive Europa a partir de 1945.

Las encuestas dicen que somos el país más europeísta. ¿De dónde procede esta fiebre?
España es muy europeísta porque es un país hispanófobo. Ese rechazo a la propia España que intenta encontrar una solución a una idea completamente ficticia de Europa procede del desastre de l898. Ese año se desarrollan en España ideas que afirman que nuestra historia es enferma y anormal y que por ello había que europeizarla.
“Hoy no veo líderes con ideas claras excepto Viktor Orban y los polacos, aunque sólo en parte; Fillon tampoco me gusta aunque me parece bien esa reacción en Francia porque puede beneficiar a España al igual que ha sucedido con Trump”

Ortega y Gasset decía que España es el problema y Europa la solución.
La realidad es que la historia de España no ha sido ni enferma ni anormal. Y esa europeización partía de un conocimiento real de lo que era Europa, porque para ellos Europa era Francia, Inglaterra y Alemania. Pero cada uno de estos países eran muy distintos. Pero estos europeístas eran incapaces de apreciar las diferencias entre estos países, incluso de escribir un simple libro de viajes por Europa que fuera interesante. Lo más curiosos es que ninguno de estos europeístas vio venir la Primera Guerra Mundial. Era una actitud un tanto paleta, muy típica además en España: querían superar los problemas de España pero los veían de una forma equivocada y, por lo tanto, no le encontraban solución. Su idea de Europa era absurda y en consecuencia el europeísmo es acrítico, beato y algo chabacano y se basa en la hispanofobia, una idea falsa de lo que ha sido España.

¿Ve hoy a algún líder en el continente que encarne los valores tradicionales europeos?
No veo unos líderes con unas ideas claras, excepto Viktor Orban y los polacos, aunque sólo en parte porque no son adaptables a España, que es un caso muy particular. Veo una reacción, pero no una alternativa muy clara. La reacción es absolutamente necesaria y muy justa. Putin representa lógicamente los intereses rusos que, por otra parte, son muy justificados porque Rusia está siendo asediada y tiene que defenderse.

¿Quizá en Francia?
Fillon tampoco me gusta. Me parece bien que haya esa reacción en Francia porque puede beneficiar a España al igual que ha sucedido con Trump en Estados Unidos, pero en España tenemos que buscar nuestro camino y no veo que esto se haga de una manera clara. No tenemos por qué asimilarnos demasiado a otros países y tenemos que defender nuestros intereses.

¿Cuál es el mayor desafío para Europa? ¿La invasión islámica?
El islamismo es uno de ellos, pero el mayor es cómo está planteada la propia Unión Europea, que es un intento de destruir la cultura y civilización europeas. Si el islamismo se ha convertido en un problema es gracias a la renuncia de los valores por parte de la burocracia de Bruselas.


"España es un país raro. Nos repele el vecino y nos molesta la idea de compartir solar patrio con él; habla mal el valenciano del catalán y el catalán del valenciano, habla mal el vizcaíno del riojano y el riojano del navarro, habla mal el berciano del gallego y el gallego del maragato, llama el asturiano cazurro al leonés y éste tiene al de Oviedo por súbdito de su gloriosa corona, aborrece el granadino al sevillano y el sevillano considera la Alhambra un remedo provinciano de la gloria hispalense; y todos hablan mal del castellano, quien aguanta la afrenta y mira con rencor a esos todos.

Pero si alguno levanta la mano contra la suma de cuanto no apreciamos, eso que llaman España, entonces hierve no sé qué instinto sepultado en el moho de los siglos, no sé qué furor atávico, no sé qué derecho de la sangre y ley de los pretéritos, no sé qué grito de la tierra sagrada...

Y lo fulminamos". Jose Vicente Pascual




VER+:



miércoles, 30 de agosto de 2017

📒 "ESPAÑA CONTRA ESPAÑA: ESPAÑICIDIO

📒 “ESPAÑA CONTRA ESPAÑA” 
Claves y mitos de su Historia 

Pío Moa 

«Para saber lo esencial de nuestra historia solo tenemos que mirar nuestro presente: el pueblo español es muy mayoritariamente de cultura latina y cristiana, concretamente católica. Son latinos su idioma, su derecho, gran parte de sus costumbres, y a través de Roma le llegó el catolicismo, que constituye la base del concepto moral común, pese a su corrosión en los últimos tiempos. Su aspecto físico es muy homogéneo en todas sus regiones: mediterráneo con aportes menores germánicos y célticos, siendo los apellidos más comunes los mismos en todas las provincias: García y los acabados en -ez. Esta realidad es el efecto obvio de muchos siglos de historia. Importa también la posición geográfica: una península en el extremo suroeste de Europa, entre dos mares de tanta densidad histórica como el Mediterráneo y el Atlántico y separada de África por un estrecho de pocos kilómetros. Necesariamente tenía que ser, como lo fue, escenario de dramáticos enfrentamientos de civilizaciones. Y justamente en dos ocasiones cruciales su destino estuvo a punto de cambiar drásticamente, convirtiéndose en un país de cultura africano-oriental y no europea. De haber triunfado Cartago sobre Roma en el siglo III antes de Cristo, la historia de España -que ni siquiera se llamaría así- habría sido enormemente distinta, aunque no podamos especular cómo. Y si la invasión árabe-beréber del año 711 hubiera logrado permanentemente su objetivo de dominar la península como dominó el norte de África, hoy el pueblo asentado en nuestro país no se llamaría español, sino andalusí, y su religión, costumbres, moral, derecho, etc., lo distanciarían radicalmente de los europeos y lo entroncarían con el mundo islámico, lo cual habría tenido también importantes repercusiones sobre la Europa occidental». (INTRODUCCIÓN - ESPAÑA CONTRA ESPAÑA)

“Si ignoras lo que ocurrió antes de que nacieras, siempre serás un niño”. 
Esta afirmación de Cicerón recoge una realidad evidente. Si España casi siempre ha adolecido de criterios y principios que permanecieran firmes en sus gentes se debió, esencialmente, al desconocimiento de su pasado, a la ignorancia de la masa, y en la mayor parte de las ocasiones a que ese desconocimiento y esa ignorancia fueron provocados por la ineptitud o mala fe de las élites dirigentes del país. 
Así es como se crean los mitos, las falsas historias, la tergiversación de los hechos que realmente sucedieron. Y todo ello conduce, más pronto que tarde, a un proceso de decadencia moral, ética, política o económica, que lleva a la nación que lo sufre a situaciones que, en ocasiones, conducen a tragedias, desastres y postergaciones que resultan después difícilmente superables. 
Este libro de Pío Moa nos muestra a lo largo de sus páginas que ese desconocimiento generalizado de nuestra Historia por los españoles –o inculcada en ellos a través de la tergiversación- les llega a producir incluso auténtica hispanofobia. Así, por ejemplo, hay muchos españoles que se sienten acomplejados o culpables del descubrimiento, colonización y evangelización del Nuevo Mundo. O que el periodo de la Reconquista –ocho siglos- sea visto como la lucha de unos bárbaros contra el refinamiento y la cultura excelsas del Califato. 

En este libro, precisamente, se desmitifican estos absurdos criterios autodestructivos y se explican los hechos bajo la óptica de las realidades que los motivaron, muchas de las veces para elevar a nuestra Patria al primer puesto entre las naciones de Europa, a hacer de España la primera potencia del Continente. Y, desde luego, para recoger también los motivos de nuestra paulatina decadencia –con algunos altibajos- que nos condujo a situaciones límite. 

Quizás la mayor originalidad del libro de Pío Moa sea la de narrar nuestra Historia –de forma resumida- por medio de un planteamiento cronológico inverso, esto es, del hoy al ayer, para tratar de ir desde el efecto a la causa. Porque también es evidente que lo que vivamos hoy tiene sus causas en lo que se cimentó ayer. De modo que en este libro se van descubriendo las razones de lo sucedido en un siglo de nuestro pasado, en función de lo que descubrimos a continuación en los hechos del siglo posterior. 

Libro muy recomendable para los que teniendo los conocimientos mínimos básicos de nuestra larga Historia como nación, sientan la necesidad de complementar sus nociones con nuevos elementos de juicio que eliminen de sus subconscientes falsas historias, teóricas interpretaciones y, en fin, toda esa maraña con que se quiere rodear nuestro impresionante acervo histórico para desvirtuarlo, para reinterpretarlo a la carta, para intentar en no pocos casos destruirlo. 

Desde aquí nuestra enhorabuena a Pío Moa por esta nueva aportación histórica que instruye, enseña y desmitifica demasiadas “leyendas negras” con las que se ha pretendido –incluso por venerados pensadores y políticos- comparar nuestra Historia con la sífilis.



¿Qué hay de nuevo 
en Nueva historia de España?

En ocasiones se me ha criticado la arrogancia de publicar mi libro como nuevo. Es posible, claro, una novedad importante en estudios especializados, pero ¿en un libro tan general de historia? ¿Acaso no son los hechos básicos sobradamente conocidos?

Ciertamente, es difícil encontrar hechos nuevos, incluso en estudios muy particularizados. Pero la cuestión aquí reside en el enfoque y en el análisis, y creo poder decir que, efectivamente, en ambos terrenos ofrece novedades el libro.
Podemos plantearlo de forma negativa: Nueva historia de España contiene una crítica, implícita o explícita, a la gran mayoría de las historias hoy más en boga. El enfoque difiere, por ejemplo, de los que el lector puede encontrar en Sánchez Albornoz o Américo Castro. Así, prescindo de la idea de herencia temperamental, tan importante en Sánchez Albornoz, para centrarme en la herencia cultural, menos etérea y más definitoria y analizable. La herencia cultural sirve mucho mejor, además, para echar abajo por completo las tesis de Castro y acabar con entelequias como la España musulmana, expresión contradictoria y sin sentido pero utilizada de forma casi generalizada, desde el mismo Albornoz hasta, como he expuesto recientemente, Manuel Fernández Álvarez. Solo si empleamos el término España en un sentido meramente geográfico, esto es, ahistórico, podemos hablar de la España islámica, o de la España prerromana. Creo que la cuestión no es anecdótica o secundaria, sino definitoria en alto grado.
Igualmente, mi consideración sobre el reino hispano-godo y sobre las razones de su caída se opone a las habituales. Hoy leemos con frecuencia que España no existe, como nación política, hasta el siglo XIX, o el XVIII, o el XV, a gusto de cada cual. Realmente la nación política española se forja a partir de Leovigildo, y sin este dato crucial la historia posterior, no solo la Reconquista, se convierte en un galimatías.

La Reconquista se inspiró y tuvo por objetivo general rehacer la España anterior, España propiamente dicha, cosa que terminó lográndose en el siglo XV, aunque no por completo, pues Portugal quedó al margen. Las circunstancias de la empresa fueron tan desfavorables, que lo más lógicohabría sido que España no volviera a unificarse y quedara como un revoltijo de pequeños estados, algo parecido a los Balcanes. El hecho de que no fuera así demuestra el extraordinario valor espiritual y político de la herencia hispanogoda.

La inmensa mayoría de los historiadores, hoy, apenas presta atención a esta clave, sin embargo decisiva. Por el contrario, leemos absurdos, sobre todo en Andalucía, según los cuales casi era más natural la imposición de Al Ándalus sobre un estado hispanogodo que quieren imaginar rechazado por la población. No hace falta subrayar la desvirtuación y la intencionalidad política del disparate. Creo haber desbaratado de forma contundente tales versiones, realmente disparatadas a poco que se consideren racionalmente los hechos básicos.

Asimismo, creo haber echado por tierra las historias tan frecuentes sobre un siglo XVI lleno de miseria, opresión y genocidios, sobre la conquista de América, la Inquisición, la expulsión de los judíos, etc. Cierto que en ello he sido poco original, pues otros historiadores han puesto de relieve muy documentadamente la incoherencia y falta de lógica de las versiones que aún siguen predominando; pero esas refutaciones apenas han llegado al gran público y raramente han sido expuestas en conjunto, sino por estudios parciales.

Los análisis de Nueva historia difieren de los hoy predominantes también en cuanto al siglo XVIII, a la interpretación del XIX y la Revolución industrial en España, los nacionalismos, la Restauración y la evolución del siglo XX hasta nuestros días. Debe señalarse a este respecto la profunda influencia del marxismo en nuestra historiografía. Actualmente, pocos historian al modo marxista de forma abierta y globalizadora, al estilo de Pierre Vilar o Tuñón de Lara, pero la concepción marxista sigue presente, de forma diluida, en la mayoría de las historias que se escriben. También en la historiografía de derecha: baste señalar esa especie de marxismo poetizado que rezuma la Breve historia de España de García de Cortázar, por citar un caso entre muchos.

Creo que en casi todas las cuestiones clave de nuestra historia he aportado nuevos enfoques –por supuesto debatibles–, o bien enfoques ya existentes pero poco conocidos. Otra particularidad del libro es la exposición de nuestra historia en constante relación con la europea, en especial la eurooccidental. Esto me parece de la mayor importancia, porque se ha solido tratar a España demasiado al margen del resto, lo cual ha causado mil desvirtuaciones sobre la "tibetanización", la "anormalidad", la "esterilidad y atraso", la "diferencia" –negativa– de España. Impresión que se desvanece al considerar las intensas relaciones y factores de comparación siempre presentes entre nuestro país y otros europeos. Por cierto, nuestra evolución ha sido muy diferente, "única", como ha escrito Stanley Payne. Pero una de las peculiaridades europeas es, justamente, la existencia de profundas diferencias entre sus naciones, sobre una base cultural común.

Quizá valga la pena continuar, en estas Cuestiones, examinando más en concreto muchas de estas novedades. Inútil es decir que las versiones más corrientes forman la base de políticas demagógicas y peligrosas, y que una grave carencia de nuestra clase política es el desconocimiento de la mayoría sobre el pasado de su propio país. Ignorancia que dudo se dé en naciones de nuestro entorno, al menos con la misma intensidad que aquí.

"No os preguntarán por mi,
que en estos tiempos a nadie
le da lustre haber nacido
segundón en casa grande;
pero si pregunta alguno,
bueno será contestarle
que, español, a toda vena
amé, reñí, di mi sangre,
pensé poco, recé mucho,
jugué bien, perdí bastante
y, porque esa empresa loca
que nunca debió tentarme,
que, perdiendo ofende a todos,
que, triunfando alcanza a nadie,
no quise salir del mundo
sin poner mi pica en Flandes".

"¡Por España!
y el que quiera defenderla
honrado muera;
y el que traidor la abandone
no encuentre quien le perdone,
ni en Tierra Santa cobijo,
ni una Cruz en sus despojos,
ni la mano de un buen hijo
para cerrarle los ojos".

Diego Hernando de Acuña
Capitán de los Tercios de Flandes
y Poeta.






VER+:

"España es un país raro. Nos repele el vecino y nos molesta la idea de compartir solar patrio con él; habla mal el valenciano del catalán y el catalán del valenciano, habla mal el vizcaíno del riojano y el riojano del navarro, habla mal el berciano del gallego y el gallego del maragato, llama el asturiano cazurro al leonés y éste tiene al de Oviedo por súbdito de su gloriosa corona, aborrece el granadino al sevillano y el sevillano considera la Alhambra un remedo provinciano de la gloria hispalense; y todos hablan mal del castellano, quien aguanta la afrenta y mira con rencor a esos todos.

Pero si alguno levanta la mano contra la suma de cuanto no apreciamos, eso que llaman España, entonces hierve no sé qué instinto sepultado en el moho de los siglos, no sé qué furor atávico, no sé qué derecho de la sangre y ley de los pretéritos, no sé qué grito de la tierra sagrada...

Y lo fulminamos". Jose Vicente Pascual





LA CONJURA SILENCIADA CONTRA ESPAÑA










martes, 29 de agosto de 2017

UNA HISTORIA DE ESPAÑA: NADIE QUE CONOZCA BIEN NUESTRO PASADO PUEDE HACERSE ILUSIONES


Una historia de España (y XCII)




España, Patente de corso

«Ya estamos muy abatidos, porque los que nos han de honrar nos desfavorecen. El solo nombre de español, que en otro tiempo peleaba y con la reputación temblaba de él todo el mundo, ya por nuestros pecados lo tenemos casi perdido...» Las Aventuras del Capitán Alatriste 
Desde hace cuatro años, alternando con otros asuntos, he venido contando en esta página una visión de la historia de España. En ningún momento, como fue fácil deducir de tonos y contenidos, pretendí suplantar a los historiadores. Un par de ellos, gente de poca cintura y a menudo con planteamientos sectarios de rojos y azules, de blancos y negros, de buenos y malos, bobos más o menos ilustrados en busca de etiquetas, que confunden ecuanimidad con equidistancia, se han ofendido como si les hubiera mentado a la madre; pero su irritación me es indiferente.

En cuanto a los lectores, si durante este tiempo logré despertar la curiosidad de alguno y dirigirla hacia libros de Historia específicos y serios donde informarse de verdad, me doy por más que satisfecho. No era mi objetivo principal, aunque me alegro. En mi caso se trataba, únicamente, de divertirme, releer y disfrutar. De un pretexto para mirar atrás desde los tiempos remotos hasta el presente, reflexionar un poco sobre ello y contarlo por escrito de una manera personal, amena y poco ortodoxa con la que, como digo, he pasado muy buenos ratos oyendo graznar a los patos.

En estos noventa y dos artículos paseé por nuestra historia, la de los españoles, la mía, una mirada propia, subjetiva, hecha de lecturas, de experiencia, de sentido común dentro de lo posible. Al fin de cuentas, sesenta y cinco años de libros, de viajes, de vida, no transcurren en balde, y hasta el más torpe puede extraer de todo ello conclusiones oportunas.

Esa mirada, la misma con que escribo novelas y artículos, no la elegí yo, sino que es resultado de todas esas cosas: la visión, ácida más a menudo que dulce, de quien, como dice un personaje de una de mis novelas, sabe que ser lúcido en España aparejó siempre mucha amargura, mucha soledad y mucha desesperanza. 

Nadie que conozca bien nuestro pasado puede hacerse ilusiones; o al menos, eso creo. Los españoles estamos infectados de una enfermedad histórica, mortal, cuyo origen quizá haya aflorado a lo largo de todos estos artículos. Siglos de guerra, violencia y opresión bajo reyes incapaces, ministros corruptos y obispos fanáticos, la guerra civil contra el moro, la Inquisición y su infame sistema de delación y sospecha, la insolidaridad, la envidia como indiscutible pecado nacional, la atroz falta de cultura que nos ha puesto siempre –y nos sigue poniendo– en manos de predicadores y charlatanes de todo signo, nos hicieron como somos: 
entre otras cosas, uno de los pocos países del llamado Occidente que se avergüenzan de su gloria y se complacen en su miseria, que insultan sus gestas históricas, que maltratan y olvidan a sus grandes hombres y mujeres, que borran la memoria de lo digno y sólo conservan, como arma arrojadiza contra el vecino, la memoria del agravio y ese cainismo suicida que salta a la cara como un escupitajo al pasar cada página de nuestro pasado (muchos ignoran que los españoles ya nos odiábamos antes de Franco).
Estremece tanta falta de respeto a nosotros mismos. 

Frente a eso, los libros, la educación escolar, la cultura como acicate noble de la memoria, serían el único antídoto. La única esperanza. Pero temo que esa batalla esté perdida desde hace tiempo. La semana pasada detuve mi repaso histórico en la victoria socialista de 1982, en la España ilusionada de entonces, entre otras cosas porque desde esa fecha hasta hoy los lectores tienen ya una memoria viva y directa.

Pero también, debo confesarlo, porque me daba pereza repetir el viejo ciclo: contar por enésima vez cómo de nuevo, tras conseguir empresas dignas y abrir puertas al futuro, los españoles volvemos a demoler lo conseguido, tristemente fieles a nosotros mismos, con nuestro habitual entusiasmo suicida, con la osadía de nuestra ignorancia, con nuestra irresponsable y arrogante frivolidad, con nuestra cómoda indiferencia, en el mejor de los casos. Y sobre todo, con esa estúpida, contumaz, analfabeta, criminal vileza, tan española, que no quiere al adversario vencido ni convencido, sino exterminado. Borrado de la memoria.
Lean los libros que cuentan o explican nuestro pasado: no hay nadie que se suicide históricamente con tan estremecedora naturalidad como un español con un arma en la mano o una opinión en la lengua.
Creo –y seguramente me equivoco, pero es lo que de verdad creo– que España como nación, como país, como conjunto histórico, como queramos llamarlo, ha perdido el control de la educación escolar y la cultura. Y creo que esa pérdida es irreparable, pues sin ellas somos incapaces de asentar un futuro.
De enseñar a nuestros hijos, con honradez y sin complejos, lo que fuimos, lo que somos y lo que podríamos ser si nos lo propusiéramos.


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"La incultura es una bestia manipulada 
por los fanáticos y canallas"


Defiende la razón frente al fanatismo: "El peor daño de la humanidad son el fanatismo y la estupidez. Cuando están aliados son devastadores".

El escritor y académico Arturo Pérez-Reverte publica Hombres buenos (Alfaguara), una novela de aventuras y "peripecias", pero también una "reflexión moral o intelectual" acerca de los motivos de que España "arrastre una desgracia histórica desde hace tantísimos siglos".

"Siempre ha habido radicalizaciones en España, la actual es una más. Se confunde tener razón con gritar alto, un error que nos ha costado mucha sangre y dolor", ha señalado el autor durante una entrevista concedida a Europa Press, con motivo de la publicación de esta nueva novela ambientada en el siglo XVIII, en el que teje paralelismos "indudables" con la situación actual.



El académico narra en este volumen el viaje que emprenden el bibliotecario don Hermógenes Molina y el almirante don Pedro Zárate a París con el cometido de conseguir de manera clandestina los 28 tomos de la Encyclopédie de D'Alembert y Diderot, que estaba prohibida en España. Otra pareja, Manuel Higueruela y Justo Sánchez, hará lo imposible para evitar que este texto cruce los Pirineos.


El autor de Hombres buenos ha asegurado que aquí hay "una lectura de presente muy concreta". Tal y como ha relatado, los dos malos de la novela son un académico "ultrareaccionario fanático del trono y del altar" y un "ultraizquierdista demagogo, irresponsable, arrogante, pedante y utópico". Los dos "se alían", porque esos dos extremos "se necesitan el uno al otro, entonces y ahora". "Al leer la historia de España repetimos los mismos tristes esquemas", ha agregado.

Perez-Reverte, quien prefiere no hablar explícitamente de la política nacional actual, cree que los sucesos históricos que ha vivido el país ha provocado una "violencia intelectual" que provoca la sustitución del "adversario" por un "enemigo" al que no se quiere convencer, sino "aniquilar". En este sentido, explica que Hombres buenos intenta demostrar que la única vía es "conversar y discutir" para crear "lazos".

Fanatismo y estupidez

"El peor daño de la humanidad son el fanatismo y la estupidez, y cuando están aliados ya son devastadores. Frente a eso, la cultura es el único antídoto, un pueblo culto no se deja manipular por los fanáticos ni por los estúpidos", ha dicho.

En este sentido, ha señalado que en España el problema es que "siempre ha habido un déficit cultural enorme", entre cuyas razones cita la inquisición o la presencia de la iglesia católica en España, lo que ha dejado al país "indefenso", y eso se sigue repitiendo "hoy en día".
Eso sí, advierte que aunque el Gobierno -"este y todos", según precisa- "son muy culpables", cree que "ninguna ratonera funciona sin la complicidad del ratón, que es el que come el queso". "El público ve Sálvame, y la culpa la tiene el espectador", ha resaltado el escritor.
A su juicio, la "gran diferencia con el siglo XVIII" es que entonces la incultura era una "consecuencia inevitable", puesto que "no había medios" para evitarlo, mientras que quien hoy es "una bestia inculta manipulada por los fanáticos y canallas lo es porque se deja".




"No os preguntarán por mi,
que en estos tiempos a nadie
le da lustre haber nacido
segundón en casa grande;
pero si pregunta alguno,
bueno será contestarle
que, español, a toda vena
amé, reñí, di mi sangre,
pensé poco, recé mucho,
jugué bien, perdí bastante
y, porque esa empresa loca
que nunca debió tentarme,
que, perdiendo ofende a todos,
que, triunfando alcanza a nadie,
no quise salir del mundo
sin poner mi pica en Flandes".

"¡Por España!
y el que quiera defenderla
honrado muera;
y el que traidor la abandone
no encuentre quien le perdone,
ni en Tierra Santa cobijo,
ni una Cruz en sus despojos,
ni la mano de un buen hijo
para cerrarle los ojos".

Diego Hernando de Acuña
Capitán de los Tercios de Flandes
y Poeta.


"España es un país raro. Nos repele el vecino y nos molesta la idea de compartir solar patrio con él; habla mal el valenciano del catalán y el catalán del valenciano, habla mal el vizcaíno del riojano y el riojano del navarro, habla mal el berciano del gallego y el gallego del maragato, llama el asturiano cazurro al leonés y éste tiene al de Oviedo por súbdito de su gloriosa corona, aborrece el granadino al sevillano y el sevillano considera la Alhambra un remedo provinciano de la gloria hispalense; y todos hablan mal del castellano, quien aguanta la afrenta y mira con rencor a esos todos.

Pero si alguno levanta la mano contra la suma de cuanto no apreciamos, eso que llaman España, entonces hierve no sé qué instinto sepultado en el moho de los siglos, no sé qué furor atávico, no sé qué derecho de la sangre y ley de los pretéritos, no sé qué grito de la tierra sagrada...


Y lo fulminamos". Jose Vicente Pascual

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ESQUILACHE, LA HISTORIA DE LA ESPAÑA ETERNAMENTE ENVIDIOSA E INDIVIDUALISTA





Catolicismo y comunidad política en la formación de España. FORJA 214





¿CATALUÑA INDEPENDIENTE? 
La idea secesionista catalana no es nueva, como tampoco es nuevo que todos los intentos han fracasado, lo que si debes saber es lo claro que ha sido la historia para decir siempre NO.


EN #FRANCIA: TODOS PARA UNO Y UNO PARA TODOS.
EN #ESPAÑA: TODOS CONTRA UNO Y UNO CONTRA TODOS. 

#PARTIDOCRACIA: TODO PARA Y POR EL PARTIDO (ROBAR)


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